Apenas unos metros nos separan de la residencia, tan cerca y tan lejos a la vez.
Un precioso día soleado, decidimos acortar esa distancia y conocer más la vida de nuestros mayores. Llegamos allí con mucha ilusión y la acogida no pudo ser mejor, siempre nos reciben con una sonrisa y muchísimo cariño.
A través de distintas preguntas que los niños y niñas elaboraron para investigar cómo se vivía antes, nos metimos de lleno en sus fascinantes vidas. Unas vidas muy distintas a las nuestras. Vidas en las que no cabía la
tecnología, las chuches, los juguetes... vidas que sufrieron guerras,
trabajo y esfuerzo, vidas que, aun así, para la mayoría, fueron felices.
A pesar de todas esas diferencias, por un momento, un 18 de enero hicimos magia y nuestros mundos conectaron. Fue una experiencia muy bonita y emocionante que esperamos repetir pronto.
Agradecemos a la residencia que nuevamente nos abriera las puertas y nos dedicaran su tiempo, esperando que nuestra visita también les haya aportado cosas buenas.
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